Entrevista a la cineasta Jessica Woodworth sobre su nueva película “King of the Belgians (El rey de los Belgas)”

Céline Aulit — Su película cuenta la historia de un hombre aplastado por el protocolo. A partir de una serie de encuentros contingentes el rey despierta a su yo interior y comienza a actuar como un rey pero, sobre todo, como una persona que se reconstruye a sí misma en medio de un protocolo fuertemente restrictivo.
En un tiempo en el que, tal como Ken Loach representaba en su última película, los protocolos tienden a gobernar el mundo, esta película es valiente y comprometida.
Jessica Woodworth – La primera pregunta que hay que abordar es por qué optamos hoy en día por un rey como personaje principal. Los reyes nos fascinan a todos por el simple hecho de que nacen como príncipes y soportan cargas desconocidas para los ciudadanos comunes. A menudo no tienen la libertad de determinar su propio destino.
Nuestro Rey de los Belgas ficticio, Nicolás III, no es una excepción. El desafío era dar testimonio de una profunda transformación interior. Esto solo sería posible si él se distanciaba del protocolo y existía en el anonimato. Al principio el protocolo era un protagonista invisible que definía la conducta del séquito real, incluyendo a Duncan Lloyd, el cineasta inglés que supuestamente está haciendo un documental sobre el rey. A través del punto de vista de Lloyd y sus comentarios fríamente ingeniosos asistimos a la rápida erosión del protocolo.
Así, nuestro melancólico, solitario y complejo héroe, es arrojado a situaciones en las que debe manejarse como un hombre y no como un rey.
La intención era sugerir que cuando uno escucha con honestidad, la armonía es posible. El Rey está abrumado por la genuina generosidad, amabilidad y humanidad de la gente con la que se encuentra. Esto mueve su deseo de acercarse a su propia gente y estos encuentros despiertan en él un potencial oculto.
La secuencia de los belgas atravesando el Mar Adriático en un pequeño bote miserable bajo un cielo pincelado por la aurora boreal es tal vez el momento más conmovedor de su viaje. Rey o no, frente a un cielo majestuoso, todos somos necesariamente humildes y conocedores de nuestra mortalidad.
El impresionante telón de fondo de los Balcanes en el que la historia se va revelando es portador de un pasado complejo y de conflictos sin resolver. Un rey belga atravesando este paisaje de la Europa del este arroja luz sobre los desafíos inherentes a sostener una Europa unida. Hoy vivimos tiempos de urgencias. A veces necesitamos que nos recuerden las cosas más simples y esenciales, como el respeto al otro
Céline Aulit – La forma en que ustedes deciden dirigir su película también es algo fuera de lo común. Se aproximan a temas serios con rigor y sutileza y sin tomarse demasiado en serio a sí mismos.
Una mezcla sublime que nos permite entrever las atrocidades del mundo en el que vivimos y una estética que, a través de la pura poesía de algunas escenas tomadas en las montañas búlgaras, consiguen ocultar esa porción de realidad sin erradicarla. Nuestro colega Daniel Pasqualin, psicoanalista apasionado por el cine, nos dijo en el último MY WAY: “el cine de lo real no te va a contar una hermosa historia” ¿Usted qué piensa?
Jessica Woodworth – No tomarse a uno mismo demasiado en serio en la gran pantalla ¡requiere de hecho coraje! Nuestras anteriores películas son conocidas por su gravedad, pero la tragedia y la comedia están muy cerca. Pasar de la tragedia absurda a la comedia absurda supone dar un paso muy pequeño.
Cada película tiene una lógica intrínseca y una razón de ser. Es importante permanecer honesto ante esto y mantener esa lógica interna. También es importante permitir que algunas cosas queden sin decir y sin explicar. El cine permite el asombro y eso requiere un grado de misterio.
“Cine de lo real” es un concepto cargado de implicaciones. No creo en una narración objetiva. Cuando encuadras el tema ya has juzgado. Cuando editas haces múltiples juicios. Es sumamente personal y subjetivo. Hablo desde la experiencia porque empecé haciendo documentales. Cada decisión tomada requiere una reflexión ética. La realidad impregna profundamente todas mis películas de ficción. Vivimos una era en la que la realidad ya ha superado la ficción. ¿Quién podría haber imaginado nuestra situación actual? (¿la victoria de Trump? Imposible).
Aunque mi evolución ha sido hacia el cine de ficción, soy totalmente fiel a un cine de lo real en su sentido más amplio. En “King of the Belgians” un personaje pregunta a otro si el lado oscuro de la luna debería ver la luz. Las historias contadas con ligereza ganan potencia si sus rincones, sus bordes, están anclados en la oscuridad. Para mi las historias más grandes son las que nos perturban, las que nos alarman, las que despiertan algo primordial y suscitan un sutil movimiento en el inconsciente.
Traducción: Ivana Maffrand
Revisión: Nelda Ajo Murray