El fracaso temporal de una propaganda

El 8 de Diciembre en la Asamblea Nacional, las denegaciones del Señor Fasquelle, llevadas hasta el límite con ocasión del debate sobre su proposición de resolución, han firmado el fracaso momentáneo de un programa de propaganda contra el psicoanálisis. No, exclamó, esto no es una combate contra el psicoanálisis. No, agregó, esto no es en nada totalitario. No, agrega el psicoanalista, no era su madre.
Si el proyecto de resolución del Señor Fasquelle ha sido rechazado, es porque ha sido liberticida al invitar al gobierno francés a “condenar firmemente y prohibir las prácticas psicoanalíticas, en todas sus formas, para el tratamiento del autismo”. No sólo los psicoanalistas escucharon las denegaciones del señor Fasquelle, la mayoría de los diputados las oyeron igualmente. Pero este rechazo, que constituye para nosotros una batalla ganada, no es nada tranquilizador, es más bien lo contrario. Teniendo en cuenta el debate celebrado en la Asamblea, tenemos todas las razones para pensar que un proyecto de resolución similar, pero redactado de manera más inteligente, habría sido votado por una mayoría de diputados. De hecho, la mayoría de los diputados que se han expresado no parecían tener como preocupación fundamental la defensa del psicoanálisis. Siguiendo el debate que precedía a la votación, la tendencia dominante en la Asamblea refleja el discurso de civilización imperante, mucho más allá de Francia, en materia de salud mental. Un discurso que no jura más que por las buenas prácticas evaluadas por la ideología de la cifra. En este sentido, el combate que se lleva a cabo actualmente en Bélgica contra la ley sobre las profesiones de salud mental es idéntico. Concierne al discurso actual que reina entre nosotros, los occidentados, desde antes y más allá de los acontecimientos De Block o Fasquelle.
Ahora bien, si el proyecto Fasquelle es la crónica de un fracaso anunciado, el programa de propaganda bien orquestado que lo ha precedido nos parece muy inquietante. Hemos podido entender que el psicoanálisis es una práctica no consensual. El término “no consensual” tiene para la HAS (Alta Autoridad Sanitaria), un sentido preciso, el de una práctica que no puede ser evaluada según la ideología de la cifra que explica todo. Pero el sentido de este término se desliza en el debate y deviene rápidamente un adjetivo planteado para describir una práctica “ineficaz” y muy cuestionable. Como si las prácticas TCC, recomendadas por la HAS fueran “consensuales”. Menuda broma. El anuario de la EuroFederación de psicoanálisis cuenta con 2500 practicantes de la Salud mental en el entorno del Campo Freudiano que por esencia se oponen a las prácticas de adiestramiento de las TCC. Este dato es suficiente, para impugnar el supuesto consenso en torno a las terapias TCC.
La propaganda va aún más lejos cuando asocia el psicoanálisis al packing[1] insinuando que se trataría de una práctica de malos tratos. Esto se encuentra en la llamada realizada al gobierno en la proposición de resolución, para hacer reconocer por la Federación Francesa de Psiquiatría, las recomendaciones de buenas prácticas “con el fin de que renuncie oficialmente al packing, al psicoanálisis y a todas las formas de malos tratos” (¡sic!). En otra parte, hemos podido leer que los psicoanalistas “infiltran las universidades”, que hacen del niño autista el objeto de su fantasma y, bien entendido, la vieja cantinela totalmente falsa, según la cual el psicoanálisis “culpabiliza” a la madre y a la familia. La cereza en el pastel la pone la exigencia del señor Fasquelle de que “dejemos de inducir a las familias al error y de imponerles tratamientos que ellas no quieren”. Nos gustaría exclamar en respuesta: ¡Señores y Señoras, miembros del lobby anti-psicoanálisis, comiencen vds!
Esas cosas escritas se escuchan en la ONU. La maniobra es clara. Se le hace decir al Comité de los Derechos del Niño de la ONU que “constata” que en Francia, “los niños autistas continúan siendo atendidos con terapias psicoanalíticas ineficaces”[2]. Luego, cuando se les pregunta a los parlamentarios que firman el proyecto de resolución fasquelienne, responden: ¿qué quieren ustedes? Nosotros no hacemos más que aplicar las directivas de la ONU. Y el circulo se cierra.
El proyecto de resolución ha sido rechazado, pero el mal está hecho. Las cosas han sido dichas y harán su camino. Nada bueno nos espera en el futuro, salvo continuar nuestro trabajo de psicoanalistas, es decir, el análisis del discurso cientificista que está en el ambiente, con el propósito de desvelar la mala intención de estos intentos de inmovilizar el saber del inconsciente y de silenciarlo para siempre, con la ayuda de medios legales.
[1] Técnica utilizada en el tratamiento del autismo: por ejemplo, en casos de autolesión: se les envuelve con la idea de crear una nueva conciencia del cuerpo.
[2] Nations-Unis, Convention relative aux droits de l’enfant du 23 février 2016
Traducción: Norma Lafuente con la colaboración de Carmen Cuñat
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