Un taller vocal

L., un chico autista no verbal de 16 años, el verano pasado ha participado en un taller de pintura en el espacio de la Fundación Martín Egge Onlus. Cuando L. llega al Taller no se interesa por la pintura, está muy angustiado, deambula en la habitación emitiendo sonidos, lanzando gritos y buscando lugares en donde refugiarse. Escucha música con los auriculares que lo protegen del ruido de la lengua. El lector MP3 es el objeto complemento de L., directamente conectado a la voz. Decidimos à partir de esto, de acercarnos a él a partir de su objeto, la música, y establecemos un espacio musical al lado del taller de pintura.
L. puede observar «transversalmente» desde su posición y darse cuenta que algo está sucediendo en la habitación de al lado, en un cierto momento se quita los auriculares MP3, después entra y se apodera de los palitos[1] con los cuales, junto a la practicante Anna Laura, estamos produciendo un ritmo. A la improvisación con los palitos y el xilofón agregamos vocalizaciones, sonidos que se asemejan a los de L. pero más «limpios», buscando instaurar un diálogo con él.
Finalmente un día L. entra en la habitación de la música y se sienta emitiendo vocalizaciones. Con Anna Laura y Simona, la psicóloga que lo acompaña, respondemos a sus vocalizaciones, armonizándolas. Después L. y Simona se van hacia el baño donde continúan las vocalizaciones delante del espejo. La sesión en el baño se repetirá más veces, las vocalizaciones se acompañarán de la pintura sobre el espejo. Una sucesiva evolución tendrá lugar cuando L. intente imitar lo que Anna Laura y yo acabamos de cantar.
L. no ha incorporado la voz para constituir un borde con el cuerpo y por esto tiene el terror de la voz, para él puro goce. Éric Laurent ha formulado la hipótesis de que en el autismo, a falta de un trayecto pulsional que pase a través del lugar del Otro, el retorno del goce produce un neo-borde «lugar donde se sitúa el sujeto, un lugar de defensa masiva, de pura presencia»[2]. Para mover este borde es necesario acercarse al sujeto para «construir una cadena singular que amalgama significante, objeto, acciones y modos de hacer, con el fin de construir un circuito que haga función de borde y de circuito pulsional»[3].
En el caso de L. hemos partido de su objeto, la música. En los límites de una experiencia breve, L., partiendo de sonidos inarticulados, ha conseguido incluir algunos sonidos nuevos. Es interesante notar que, mientras L. se apropia de nuevos sonidos, acepta liberarse de los pedacitos de papel que el operador le da, introducirlos en «su» botella de plástico, llena de bolitas y tiras de papel de colores. Se trata de un primer intento en el cual su emisión vocal «sin forma» se aleja del cuerpo y entra en un intercambio con el Otro, en la prospectiva – a través de una cadena de pequeñas invenciones sostenidas por el operador – de asumir una forma, de convertirse en un objeto «en-forma»[4].
[1] Los palitos, Toc toc o Claves (en español), son un instrumento de pequeña percusión formado por un par de bastones cilíndricos de madera maciza.
[2] Laurent, E., La batalla del autismo, Quodlibet, Macerata 2013, p. 72.
[3] Ibid., p. 76.
[4] Ibid., p. 80.
Traducción : Luciana Fracchia.
Revisión : Rosana Montani-Sedoud.
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