SAMO©, El grafiti, una afrenta social
Basquiat tuvo una visión global de la ruda vida de la calle, cuando comenzó a errar, en sus numerosas fugas… Habla de este periodo de su vida como lo peor que hubiera vivido… Esto inspirará sin embargo su obra: reencontramos la firma SAMO©, pero igualmente algunos signos cabalísticos nacidos de símbolos de los vagabundos[1]. SAMO© – abreviación de Same old shit – escribía sentencias poéticas sobre los muros. El fin de los años ’70 significa el auge del street art en los Estados Unidos y su entrada en las galerías, los museos, particularmente con Keith Haring. En efecto, si el grafiti ya existía con anterioridad, es Demetrios quien, en 1971, es considerado como el primer grafitista. La omnipresencia de su firma va a dar amplitud al fenómeno.
Lo importante, era el marcado y con ello una cierta “reconquista” del espacio urbano. “Figura enmascarada como el Zorro, jóvenes urbanos desfavorecidos grafitean [sobre los muros, los metros, los trenes de Nueva-York] su nombre con la punta de su Posca (marcador con boquilla de esponja). Una firma bien visible pero ilegible, anónima salvo para los iniciados, que quieren hacer ubicua, a la medida de su inexistencia social. Inventar una nueva manera de distinguirse, era una rebelión, el rechazo de la autoridad, el reinado de los marginales. Una juventud minoritaria desfavorecida tomaba las riendas de su vida y creaba algo mientras que la vida nada les había dado, cuenta Henry Chalfant, “fotografista”, documentalista y crítico americano.”[2] El grafiti es entonces lo que hace la unión entre una revuelta social y una afirmación mucho más subjetiva: “el mayor tabú que él trasgrede afecta a la dimensión psicológica del espacio. Como el borracho que nos farfulla estupideces en la oreja con un aliento agrio, el grafiti es una afrenta social, ilegal, merecedor de enjuiciamiento, no porque sea particularmente peligroso, sino porque no tiene en cuenta las fronteras de la persona moral.”[3] Y no es SAMO© quien desmentiría esta visión de las cosas, aunque, más que una simple firma, para ellos se trata de una verdadera escritura: “Queríamos obtener un estatus, un reconocimiento. Nos decíamos: controlo este espacio y voy a ser conocido”. Jean siempre ha querido ser celebre. El SoHo News ha empezado a publicar nuestros poemas”- cuenta Al Diaz.[4] Para Basquiat, lo importante era “hacerse un nombre”. Muy rápidamente, salió del anonimato, creando la sorpresa general. Incluso anunció su muerte en los muros de la ciudad, con gran pesar para Al Diaz: “SAMO© is Dead”.
Si el arte del grafiti significa para los grafiteros “reivindicar la esfera privada del prójimo como su propio lienzo”, esto se encuentra totalmente en la concepción de Basquiat que dibujaba por todas partes, todo el tiempo y que suscitó la cólera de muchos de sus anfitriones cuando se puso a pintar en sus paredes, sus neveras, los radiadores, muebles, televisores, vestidos, etc. Ironía del destino, luego estos mismos se mostraban consternados por haber borrado las huellas que les molestaban, de este artista en ciernes… Sin un céntimo al principio, Basquiat se adueñará también de las puertas, contraventanas, ventanas, tablas de madera, que encontraba en la calle, como soporte para pintar…
Revisión: Carmen Cuñat
[1] Dreyfuss H., Hobo signs, evocado en EMMERLING Leonhard, Basquiat, Taschen, 2011, p. 79
[2] PATAUD CELERIER Philippe, “L’Art de rue entre subversión et recupération” – “Enchanter la vulgaire réalité”. Le Monde diplomatique, septiembre 2016, p. 14-15
[3] MCCORMICK Carlo, Tresspass – Une histoire de l’art urbain illicite, Taschen, 2010
[4] NURIDSANY Michel, Jean-Michel BASQUIAT, Flammarion, 2015, p. 164
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