Eróticas contemporáneas

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Qué lejos está el tiempo de las reparticiones estrictas. Qué distante parece la época en la que la intensidad de las emociones, los velos del pudor y las complicaciones libertinas miraban, desde las cumbres de su alta cultura erótica, las repeticiones insípidas, los placeres obscenos y las apatías lúbricas de la baja cultura pornográfica.

Si Georges Bataille hizo del erotismo un arte de la transgresión donde el exceso y la muerte se encontraban a partir de la exultación de los cuerpos1; si Michel Foucault opuso el ars erotica – experiencia de aprendizaje y de transmisión de la verdad incluso a los cuerpos y los placeres – a la scientia sexualis2 – constitución de un conocimiento moderno y racional de los cuerpos mediante la observación y la confesión –, Jacques Lacan, distinguió el deseo del goce.

Hoy, todo se mezcla. En teoría, investigaciones universitarias serias estudian de cerca las películas XXX3. Actrices de películas hard reivindican un diploma en filosofía4. Películas de autor/a/s contratan actores porno5. Los actores tradicionales exhiben su anatomía hasta los más mínimos detalles. En la práctica, se encuentra de todo: los “metro-sexuales”, los “nuevos libertinos”, los “sporno-sexuales”, los “asexuales”, los “bi”, … En un clic, se encuentra, se hace comunidad. Se dan consejos y se tiene la impresión de vivir y amar según las mismas modalidades. Cuanto más se juntan, más se parecen, en los reflejos de casillas cada vez más precisas. Las grandes prohibiciones que reivindicaban tanto la ley como sus transgresiones se han substituido por series y normas. Lo contemporáneo está hecho de rendimiento, de motivación, de prácticas tanto de riesgo como extremas, a veces subversivas, pero siempre son del orden de la extensión del dominio de lo posible. En breve, más que nunca, en el reino del capitalismo mundializado, en materia de sexualidades, cada cual hace lo que le gusta.

En la conferencia introductoria al Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Jacques-Alain Miller proponía, entre otras pistas de trabajo, detallar una “clínica de la pornografía” propia del siglo XXI. En efecto, la proliferación masiva del “coito exhibido, hecho espectáculo” mediante las nuevas tecnologías, cambió las cosas, no solo en materia de moral, de prácticas, de representaciones o de estética, sino también en la clínica. Pensar una clínica de la pornografía no significaría tanto juzgar lo que es digno de ser mirado o no, sino que significaría no retroceder frente al perverso o el trash para captar que “no hay mejor muestra de la ausencia de relación sexual en lo real que la profusión imaginaria de cuerpos dedicándose a darse y a aferrarse”6. Así, sobre la base de los infinitos goces autorizados, aparentemente hecha del “todo es posible” y del “igual para todos”, el psicoanálisis, localizando lo real de cada uno, acotando el punto de imposible, la falla de cada discurso y haciendo el lugar de una singularidad imborrable para cada sujeto, traza, en contrapunto, el mapa de las eróticas contemporáneas.

1Bataille, G., El erotismo [1957], Barcelona, Tusquet Editores, 2007.
2Foucault, M., Historia de la sexualidad 1: La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 2006
3Voros F. (dir.), Anthologie des porn studies, Paris, Ed. Amsterdam, 2015.
4Entre numersos textos, Ovidie – André Comte Sponville, « Dialogue sous X » en Philosohie Magazine, n°67, Marzo de 2013.
5Especialmente es el caso de Catherine Breillat, Gaspar Noé y Lars Von trier
6Miller, J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante” disponible en línea: http://www.wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1

Traducción: Christian Roy Birch.

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