Edito My Way n°17 : El ojo vago de Europa
Pocos años después de la caída del muro de Berlín, he participado en Hungría en el nuevo programa interuniversitario Erasmus. Los profesores liberados de la censura soviética, desenterraban no sin cierta emoción las tesis vanguardistas de la escuela psicoanalítica de Viena y Budapest. Al igual que muchos estudiantes de Turquía, los Balcanes y Europa occidental, estábamos impacientes por mezclar nuestras culturas a expensas d un desgarro a la nuestra : este programa se convirtió en la encarnación de una Europa para el intercambio.
Así como el síntoma ocular del joven italiano de la isla de Lampedusa en el documental de G. Rosi, Fuocoammare, el otro ojo de Europa, desde entonces se ha vuelto perezoso. Este ojo afectado parece no percibir en la mezcla cultural, una virtud. Diplopía donde uno « cree ver doble ». Se superpone a la apertura, su reflejo oscuro, el de un fascismo aterrorizante a cualquier persona que desee cruzar sus fronteras, en Hungría justamente donde la virulencia de Orban hace renacer de las cenizas un odio al otro con la ayuda de los cazadores de inmigrantes.
En el odio, el psicoanálisis responde : « el extranjero está en cada uno de nosotros », dice Daniel Pasqualin, extendiendo la reflexión de Lucas Belvaux en su película Chez nous. ¿Cómo crear espacios en los cuales proteger el ejercicio de nuestro trabajo? Este es el caso de nuestras instituciones que hacen « existir los enclaves fuera de lo territorios físicos », nos dice Silvia Graces de España, o aún « avances en entorno hostil » como la fórmula C. Valette-Damase. Entre ellos se encuentra también en Italia, país en el cual Antonio Di Ciaccia traza la historia de la ley que proporciona un marco a la práctica de la psicoterapia, para hacer valer las pruebas del psicoanálisis basado en « pruebas de lalangue » tal como dice Borderías.
Traducción : Norma Lafuente
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