El Psicoanálisis basado en la evidencia
La Medicina Basada en las Pruebas, mal traducida al castellano como “medicina basada en la evidencia”, es el último capítulo del normativismo. En este normativismo que inspira la Medicina Basada en las Pruebas se busca no sólo la elaboración de un saber y un sentido que proporcionen una creencia verdadera al sujeto, como señala Jacques Lacan en el seminario sobre La ética. Se trata además del intento de clausura del hiato entre el saber y la decisión.
Jacques-Alain Miller señala en Piezas sueltas: “Tenemos un saber que en todos los casos depende de axiomas que se ha decidido plantear. Es un saber que depende de una decisión, una decisión a la que puede acoplarse el adjetivo de arbitraria para expresar que no se valida a sí misma. Como la decisión a tomar está separada del saber, de la estimación anterior, lo que se denomina ciencia sería pues el saber en cuanto autovalidado y en cuanto que permitiría deducir las decisiones a tomar y anular los dos abismos sobre los cuales está construido –de un modo siempre hipotético- nuestro saber. […] lo que hoy día denominamos ciencia se supone que recubre estos dos abismos y que es a la vez un saber incondicionado y gobernante, un saber imperativo. […] Nos enfrentamos con un significante amo enriquecido con saber y que ya no es Yo digo, sino Yo sé”[1].
Esta “sínfisis” entre el amo y el saber hace ya tiempo que da muestras de su pretensión de dominio. “Walden dos” fue un modelo de ciudad normativizada, como lo fue anteriormente el Panóptico Benthamiano. Y es en ciertos momentos de crisis del pacto social en los que surgen iniciativas para imponer su verdad.
La novedad en ésta época, como señala Patricia Bosquin, es que ésta demanda de normativizacion cientificista surge ahora de las Asociaciones de familiares, o de colectivos civiles diversos, que anhelan este nuevo orden. Es una demanda que procede de la angustia y la desorientación ante las nuevas manifestaciones del goce, en una época en la que la evaporación del Nombre del padre ha dado paso a la multiplicación de las normas según intereses y saberes muy diversos, fragmentarios, contradictorios y muchas veces inconsistentes.
La transición en España fue uno de esos momentos en los que se trenzó un nuevo vínculo entre el amo y el saber en la Universidad. El conductismo ha inspirado desde entonces numerosas iniciativas legales y un espíritu normativista en el campo psi.
Sin embargo, la pretensión de construir esa sutura está condenada al fracaso. No hay norma capaz de absorber lo real, y esa pretensión termina por reducirse a la eficacia siempre discutible de la prescripción farmacológica, donde la norma científica encuentra su verdadero real. Así pasó con los planes de atención al drogodependiente y con la psiquiatría a partir de los años 70. Y allí donde no alcanza el fármaco, la multiplicación de normas termina por revelar su inconsistencia.
En este contexto, se abre una doble tarea para nosotros. Por un lado, la movilización para mantener abierto el hiato entre el saber y el poder normativo, en nombre del derecho democrático a la libertad de creencia. Por otro lado, el psicoanálisis debe hacer valer sus pruebas, que no son sino las pruebas de la incidencia de la lengua en el cuerpo, es decir, las del psicoanálisis basado en “la evidencia” de lalengua.
[1] J.-A. Miller, Piezas sueltas, Cap. XV «El amo y el saber», Paidós, Bs. As. 2011, p. 319 y siguientes.